El liderazgo es, a partes iguales, una disciplina y un arte.
- La capacidad de liderar equipos, empresas, familias y proyectos y llevarlos a buen puerto es una calidad que puede aprenderse, mejorar, cultivarse y perfeccionarse.
- Hoy en día las mujeres acceden a puestos de responsabilidad y liderazgo con mayor frecuencia en organizaciones y como emprendedoras de sus propias empresas y negocios.
- Estos espacios que habían estado reservados a los hombre están disponibles también a mujeres y se hace necesario analizar el liderazgo en clave femenina, que va más allá del sexo y los estereotipos. Se contemplan todo tipo de diversidades en el mundo laboral; personas que pertenecen a otro colectivo social, sexual, religioso o étnico.
- Se trata de expandir los valores que lo caracterizan a hombres y mujeres que ocupan puestos de responsabilidad en cualquier contexto y entorno; social, político, empresarial y cultural.
Liderar no es mandar, ni hacer lo que te place a costa del clima laboral, o de los intereses de las personas que integran el equipo.
El equipo son también los clientes, los proveedores, compañeros y compañeras de otros departamentos…. el equipo son las personas que interactúan por trabajo, proyectos y objetivos.
Así que, si lo miramos desde una perspectiva amplia, las mujeres llevan liderando el equipo heterogéneo, multidisciplinar y complejo de la familia desde mucho antes de que se hablara del liderazgo en clave femenina. En este sentido, llevan practicando las habilidades y competencias transversales (soft skills) desde antes de saber lo importantes que son:
- Negociación.
- Paciencia.
- Habilidades comunicativas.
- Disciplina cuando las cosas se tuercen.
- Saber escuchar.
- Toma de decisiones consensuadas…
- Aceptar nuevos miembros (amigos, novias, novios, amigas de amigos….)
Las mujeres están capacitadas para ejercer el liderazgo y aprender, camino de la excelencia, lo que sea necesario para asumir esta responsabilidad y hacer que las empresas y la sociedad sean equitativas, igualitarias, integrativas y justas.
Y, en este proceso de integración, se hace indispensable que los hombres y mujeres dejen la testosterona de lado para alinearse con los valores fundamentales que hacen crecer las empresas de forma sostenible.
Va de la práctica de los valores.
- Sociabilidad: Establecer cercanía entre las personas fortalece el compromiso y la implicación personal.
- Cooperativismo: Trabajo en equipo que surge de forma natural gracias a la inclusión de las personas.
- Atención a los detalles: Estar atent@ y operar en distintas direcciones. Mejora la toma de decisiones. Amplía la mirada.
- Mentalidad innovadora: Cambiar la dirección de los objetivos o de la empresa. Permite la participación de oros. Flexibilidad.
- Empatía: Contemplar lo profesional y lo personal, lo humano o emocional en sus colegas o subordinados.
- Inclusividad: Fortalecer la identidad individual, fomentar la participación equitativa en la toma de decisiones
Como resultado, el liderazgo femenino en empresas, se traduce en beneficios de negocio.
En la actualidad, aproximadamente el 50% de la fuerza laboral mundial, según un informe del Instituto McKinsey, está representada por mujeres. Además, de acuerdo a los estudios del Foro Económico Mundial, en el futuro, 2 de cada 3 personas egresadas con titulaciones universitarias y de maestrías, serán mujeres. (factorialhr.es).
CREAR ESPACIOS SEGUROS.
En la inclusión de mujeres, razas, identidad sexual, religiones y otros colectivos sociales, se hace imprescindible generar un espacio de trabajo seguro. Libre de acoso y violencia que atentan contra el bienestar laboral.
Hay que generar políticas de empresas, protocolos y penalizaciones a las conductas sexistas, machistas, xenófobas y de intolerancia en general. Hablamos también de esas micro agresiones que pueden pasar desapercibidas para la mayoría, pero que la minoría sufre haciendo que el clima laboral sea negativo.
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[…] Artículo en Linkedin. Anna Pastor Cherta […]